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lunes, 26 de mayo de 2008

जे.ल.मार्टिन Descalzo


José Luis Martín Descalzo: el gran periodista sacerdote del s.XX español
"José Luis era un sacerdote-periodista, en este orden. En él todo brotaba de la fe. Leído su Testamento del pájaro solitario he comprendido que es una obra que le va a sobrevivir" (Mons. Antonio Montero).
Sacerdote, periodista, escritor
José Luis Martín Descalzo nace en 1930 en Madrilejos (Toledo). Habitará en Astorga durante toda su infancia y en Valladolid, su adolescencia. Cursó estudios eclesiásticos, concluyendo Teología e Historia en Roma. Ordenado sacerdote en 1953, fue profesor de Literatura en el Seminario de Valladolid y dirigió, también allí, un teatro de Cámara. En 1956 recibió el Premio Nadal.
Fue columnista durante un largo período de tiempo en el diario ABC. Allí solía escribir retazos de la vida, el amor, la esperanza, la alegría de darse a los demás, la alegría de vivir en cristiano, incluso la mansedumbre y la tranquilidad al recibir a la “hermana” muerte.
Finalmente, cabe recordar su obra póstuma: Testamento del Pájaro Solitario (1991), es su obra más autobiográfica, una excelente confesión del corazón tras el sufrimiento de su enfermedad y por la plenitud gozosa del encuentro personal con la obra poética de nuestro gran místico San Juan de la Cruz. Él mismo nos lo refleja en este deseo suyo:
“Mi sueño sería que en estas páginas encontrara cada lector las historias de su propia alma, su autobiografía personal. En rigor, todos somos hermanos de todos, padres de todos, hijos los unos de los otros, y por donde pasa un alma, pasan las de los demás. Por eso, cuando yo desnudo mi corazón en estos versos, espero que sean muchos otros los que se vean sangrar o sonreír”.
J.L. Martín Descalzo nos dejó, para partir a la casa del Padre, el 11 de junio de 1991.
Un escritor para los demás
La misión de José Luis Martín Descalzo en este mundo fue el ser un escritor para los demás. Incluso su sacerdocio, vocación recibida de lo Alto, fue un sacerdocio para los demás. Se adentraba en los problemas de la gente, de sus vecinos, de los ciudadanos de cada día. Incluso, era capaz de describirnos facetas de su vida privada con brillantez, como aquella vez que robaron en su domicilio particular forzando la puerta de la entrada (artículo periodístico titulado “Querido ladrón”, recogido en Razones para la Esperanza).
Martín Descalzo era un hombre para los demás. El humanismo cristiano penetra sus escritos hasta la última tilde. Sus famosas “Razones para…” nos han dejado un buen sabor de boca en cuantos lo hemos leído. Él mismo nos comenta:
“Cuando comencé esta aventura de mis -razones-, nunca pude imaginar lo que para mí llegarían a significar. Es asombroso: lanzas un día un pájaro a volar y, de pronto, te encuentras que él solito hace nido en miles de corazones. Y el primer asombrado es el propio autor. Porque lo que nacía como una simple serie de artículos circunstanciales y dispersos se iba convirtiendo, para mí, en un retrato interior y, para muchos, en un compañero en el camino de la vida. Y fue ese descubrimiento de los que caminaban a gusto a mi lado lo que me empujó a encuadernar aquellas primeras impresiones en mis Razones para la esperanza, que tuvo una inexplicable acogida entre sus lectores, que no sólo agotaban sus ediciones, sino que además me inundaban a mí con su cariño”.
Fue el periodista del existencialismo cristiano. Imbuido por los valores cristianos, Martín Descalzo nos relata hechos, anécdotas, pensamientos de filósofos, de teólogos, incluso sus mismas intuiciones espirituales para adentrarnos más en ese humanismo cristiano que todo lo abarca y anima al intelecto del propio ser humano, en la búsqueda de la Verdad.
Uno de sus pensamientos clave lo encontramos en la obra “Razones para el amor”. Es el siguiente: “A la caída de la tarde de la vida seremos juzgados sobre el amor y por el Amor”. Reflexión claramente entresacada de los pensamientos de San Juan de la Cruz, nuestro santo de Ávila.
Sin este pensamiento de fondo, Martín Descalzo no podría haber realizado toda su magna obra. Saber que al atardecer de la vida seremos juzgados por el Amor, es lo más alto que puede pasarle al alma, es el encuentro definitivo con el Amado. Evidentemente se refería a aquellas almas que realmente han amado a lo largo y ancho de su vida.
Esperar contra toda esperanza
En su obra Razones para la Esperanza, Martín Descalzo nos abre la puerta de un nuevo mundo. Cuando el triste ser humano abre los periódicos o mira el telediario, sólo encuentra noticias de violencia y polémicas, ambiciones y pornografía… Y, en cambio, necesitamos tanta ternura, comprensión y aceptación de lo que somos…
El contenido de Razones para la Esperanza fue de una experiencia apasionante para el autor y para cuantos la hemos leído y reflexionado. La clave se halla en el esperar contra toda esperanza, saber que hay Alguien que espera nuestro arrepentimiento, nuestra búsqueda de la Verdad, nuestra debilidad colocada por encima de su Fortaleza… Frente a un mundo que agoniza de esperanza, Martín Descalzo nos ofrece la solución a tanta angustia, a tanto vacío personal y social.
Esperar, incluso, que lo poco o mucho que hagamos en este mundo puede contagiar a un desconocido o amigo el entusiasmo de vivir. Realmente el mundo necesita sentir, amar, creer en algo superior a lo superfluo, a lo inconsistente, a todo aquello que las modas y los hombres colocamos como indispensable, cuando, en realidad, corresponde a una fachada estilista, a un mero goce pasajero.
En fin, Martín Descalzo desea revivir en nosotros el fuego de la esperanza, de la valentía en el vivir diario, donde la festividad sabe a desierto, donde el amor sabe a rutina, donde la soledad consume muchas vidas.
Este sería el mensaje del escritor castellano: cree, espera, ama más allá de tu horizonte, más allá de tus solas fuerzas, más allá de la tibieza de tu vida. Lo único necesario es contemplar la hermosura de la Vida, la hermosura del Amor, desde una esperanza ilimitada.
Un rico legado
Su trabajo literario, cuarenta libros, abarca los campos de la narración, la poesía, el ensayo, los artículos periodísticos y el teatro.
Entre sus obras poéticas destacan: Fábulas con Dios al fondo (1957), Camino de la cruz (1957), Querido mundo terrible (1970) y El joven Dios (1986).
En narrativa: La frontera de Dios (1956), El hombre que no sabía pecar (1961), Lobos, perros y corderos (1978), Un cura se confiesa, Vida y misterio de Jesús de Nazaret.
Como escritos teatrales: La hoguera feliz (1962), A dos barajas (1972), Las prostitutas os precederán en el reino de los cielos (1986).
No podemos olvidar sus famosas Razones para Vivir, Razones para el Amor, Razones para la Alegría, Razones desde la otra Orilla y Razones para la Esperanza.